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La soledad de una madre
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Por: José Ricardo Bautista Pamplona
Editorialista
La soledad de una madre es un tema profundo y a veces impreciso que afecta a las mujeres de diferentes maneras.
La maternidad es una experiencia que, a pesar de ser maravillosa y gratificante, es también retadora por la complejidad que encierra, razón por la que en ese estado se requiere no solamente de cortesías palabreras, sino del apoyo real que se legitima con sólidas y efectivas acciones, porque… “digas lo que digas, eres lo que haces” …
Una madre suele experimentar soledad debido a disímiles razones, una de ellas es la carga de responsabilidades que conlleva, primero el procrear un nuevo ser en sus entrañas y luego de su nacimiento, el cuidado y esmero para que el tierno visitante respire cada mañana sin complicación ni sobresaltos.
Ser madre implica ocuparse de las necesidades físicas, emocionales y formativas de los hijos, y ésto puede generar un sentimiento de aislamiento, especialmente si no se cuenta con un concreto sistema de respaldo por parte de su pareja y de los demás miembros de la familia.
Además, la maternidad lleva al surgimiento sorpresivo de cambios significativos en la vida de una mujer y las demandas constantes del cuidado infantil pueden entorpecer la participación en actividades sociales, la conexión con los amigos, relacionados y la realización de prestezas que antes se disfrutaban y en el momento de asumir el nuevo rol, quedan congeladas y en ocasiones para siempre en el olvido.
Otra razón de la soledad es sin duda la falta de comprensión o empatía de las personas, porque muchas veces quienes las rodean pueden no entender las dificultades y desafíos que enfrenta una madre, lo que la hace sentir triste, solitaria y abandonada.
Es importante tener en cuenta que la soledad de una madre no es una experiencia global y que cada mujer la vive y experimenta de manera diferente. Algunas madres pueden encontrar un equilibrio entre la maternidad y su vida social, mientras que otras se sienten más desamparadas porque, la soledad no se limita únicamente a las solteras o a las que no tienen una pareja presente, ya que incluso aquellas que tienen compañía, llegan a experimentar reconcomios de abandono debido a múltiples circunstancias.
Para enfrentar este fenómeno es esencial que las madres busquen sostén y conexión con el entorno, incluso la búsqueda de grupos de acompañamiento de otras pares, establecer relaciones sociales con personas en situaciones similares, buscar actividades que les brinden alegría, distracción, bienestar y comunicarse abiertamente con su pareja, familia o amigos sobre sus sentimientos y esos malestares hormonales constantes que allanan la estabilidad espiritual y las convierte en seres irritables, frágiles y vulnerables.
Si nos referimos al abandono de pareja, ésta es una experiencia dolorosa y traumática para cualquier persona, más, cuando una madre se enfrenta a esta situación, puede sobrevalorar exponencialmente su sensación de desierto, especialmente cuando la desidia se da a causa de la infidelidad, porque son muchos los “hombres” que sienten rechazo a la compañera embarazada o recién parida, quizá porque no está en condiciones físicas de satisfacer sus incontrolables y cómodas rutinas sexuales.
Cuando una madre se queda sola debido a la irresponsabilidad y egoísta condición de su pareja, vive una profunda sensación de pérdida, congoja y dolor emocional, porque además de sentirse traicionada y humillada debe enfrentar el compromiso del día a día que, no solo demanda de una importante solvencia económica, sino de aquellos cuidados que solo se dan en la edad primaria o en instantes en que el nuevo huésped es tan solo un dócil e indefenso polluelo.
Además del vacío que carcome hasta los huesos, la madre debe auto cuidarse, superando cual ermitaño todos los trances físicos que dejan las secuelas del audaz paso del feto por su vientre, atenciones que demandan también otros esfuerzos que en ocasiones acrecientan la tormenta y las ponen en esa cuerda floja de impotencia y desconsuelo.
En estos casos es fundamental que la madre se enfoque en su bienestar y en el cuidado de su hijo, quizá buscar asistencia y construir una red de apoyo sólido puede marcar la diferencia en la superación del aislamiento y el fortalecimiento interior, porque solo quien vive los particulares días del posparto es quien entiende verdaderamente tan inédito momento de la vida.
Ahora bien, la soledad no solamente la experimenta la madre que ha sido abandonada o las que, por transitar por esa etapa tan sensible rompen abruptamente la relación con su pareja, porque la soledad se da también en esas horas eternas en la que su acompañante debe ir a la cotidianidad del trabajo y sale de su casa dejando una enorme nostalgia, cómplice de la aprehensión o el desconocimiento de la crianza.
Esos son tal vez los instantes en que más se valora la presencia de los abuelos, de la tía amorosa, hermanas y las almas del núcleo cercano, convertidas en cariñosas e improvisadas enfermeras de cabecera protectora.
Asumir con integridad y a cabalidad el don de ser madre tiene muchas implicaciones, entre ellas el temor de las nóveles amas de casa, porque la maternidad es un período lleno de emociones intensas y permutas significativas, por lo que es natural que ellas sientan preocupación y recelo ante lo desconocido.
Muchas madres se preocupan por si serán capaces de cumplir o no con las expectativas y compromisos de la maternidad y en esto es determinante los comentarios por la falta de experiencia de las que alumbran por primera vez la nueva vida.
Su mayor preocupación es por no ser capaces de satisfacer todas las necesidades de su hijo como la alimentación, el sueño, el consuelo y el cuidado en general y sobre todo ese susto inquisidor de no saber interpretar el llanto, o no entender qué necesita el bebé en instantes en que manifiesta incomodidad por algo y lo expresa a través del sollozo y el gemido.
Es normal que las madres teman cometer errores y hacer algo que pueda perjudicar a su bebé, por eso suelen inquietarse por no saber cómo bañarlo adecuadamente, cambiarle el pañal correctamente o tomar decisiones importantes relacionadas con su salud y cuidados.
Temor, soledad e intranquilidad por el bienestar de su recién nacido son las sensaciones más recurrentes, por cuanto se inquietan permanentemente al pensar que el bebé pueda enfermar, no esté evolucionando adecuadamente o tenga algún problema de desarrollo físico no detectado.
Los primeros días de la crianza son realmente agotadores y más cuando se vive en soledad porque la falta de sueño y agotamiento es una preocupación común en las jornadas primarias de la maternidad y ellas se asustan por no poder descansar lo suficiente para estar atentas cada segundo, cada instante vigilando cada suspiro de su aliento.
Para hacer frente a estas desconfianzas, es importante que las madres busquen ayuda y obtengan información confiable sobre la crianza de los hijos y por eso pueden acudir a profesionales de la salud como médicos o enfermeras especializados en pediatría, o a cercanos experimentados para compartir sus preocupaciones y obtener orientación de personas que han pasado por usanzas similares.
Es fundamental recordar que nadie es perfecto y que cometer traspiés es parte del aprendizaje, por eso a medida que las madres ganan confianza y se familiarizan con su bebé, se sienten más seguras en su papel de ángeles protectores.
En fin… la compleja y muy agobiante tarea de ser madre es algo que pocos entienden, razón por la que esta labor no es valorada y menos en una sociedad machista donde el Día de la Madre se registra como el más violento del año con una vergonzosa cifra de más de 500 agresiones, muertes y embestidas. Un país donde tristemente se acomodan mitos absurdos que masacran la lógica y arrollan de manera permanente los valores.
¿Qué decir entonces de miles de mujeres que asumen a diario el roll de padre y madre, no solamente en la crianza sino en el sostenimiento y manutención ante la cínica actitud de aquellos que fueron cómplices una noche y luego huyen cual espantadizo reptil despavorido?
Si el hecho de ir a una oficina para hacer labores de 8 horas diarias tiene un valor mínimo en Colombia y otros países, ¿cuánto vale el trabajo en solitario de 24 horas diarias de una madre?